Josep Maria Beà y Sergi Puertas (integrantes del dúo electrónico 
Beà&Puertas), Javier Rodríguez (integrante del cuarteto Laherzio) y 
Joan Navarro (teclista del grupo pop Melodrama), juntos bajo un mismo 
techo. Aprovechando el concierto gratuito de Melodrama y Laherzio en la 
Sala Razzmatazz de Barcelona, el viernes 13 de junio, cinco 
personalidades son convocadas a una reunión informal para hablar de 
música y cómic.
Éste es el resultado, una transcripción casi íntegra de unos
 curtidos profesionales de la historieta con muchas cosas que decir y 
tocar.
 
Melodrama en sus inicios.
 
-Una declaración de principios y varios parecidos 
JOSEP MARIA BEÀ: Aprovecho para hacer una declaración de principios. 
Jamás dibujaré en mi vida. Pero no cómic: nada, nada, nada, nada. No 
cogeré un lápiz ni algo que se le parezca: escribiré pero no dibujaré. 
JOAN NAVARRO: ¡Traedme los mejores pinceles de Barcelona de la casa Pieras! 
HERNÁN MIGOYA: Pido vuestra colaboración, porque yo soy… 
JN: Tengo agua y pisco sour. 
JMB: Supongo que alcohol solamente tienes esto, ¿no? 
JN: Pero cervezas, coca colas y lo que queráis lo traemos de abajo del bar. 
JMB: Yo soy bastante alcohólico, está claro. Pero bueno. 
HM: El dibujo lo dejas, pero el alcohol no. Hacía un montón que no 
nos veíamos, Josep Maria. Me recuerdas hoy un montón al actor aquel que 
hacía de gángster en 
Casada con todos . 
JAVIER RODRÍGUEZ: Joder… 
HM: ¡John Stockwell! 
JMB: ¿Dean Stockwell o…? 
HM: ¡Dean Stockwell! Tienes un aire… 
JMB: Yo de jovencito me parecía a Russ Tamblyn. Tanto, que cuando estrenaron 
West Side Story  me puse a la salida del cine Aribau vestido como Russ Tamblyn. No conseguía nada, solamente que me miraran. 
(Risas)  Me ponía allí con una chaqueta roja. Y veía que me miraban. Veían que era un gilipollas que se parecía un poco. 
HM: Pues ahora tienes un aire a Dean Stockwell. 
JMB: Me alegra, me alegra. 
HM: Como un Don neoyorquino. Así, en fino. 
JMB: ¿Cuántos grados tiene el pisco sour? 
JR: Unos veinte grados. 
JMB: Un poco más que el martini. Y yo cuando me parecía a Tamblyn, hice barbaridades. Te voy a enviar una fotografía mía. 
 
El actor Russ Tamblyn.
 
HM: Pero era pequeñito, ¿no? Era un actor parecido a aquel que era amigo de James Dean. 
JMB: Al icono gay. 
HM: Sí. Eran un estilo, ¿no? Más rocker… 
JMB: Más rocker. Pelo rizado. Sal Mineo… 
HM: Eso, Sal Mineo. 
JMB: Sal Mineo era un poco más hispano, ¿eh? 
HM: Pero de complexión era ese rollo, ¿no? 
JMB: Yo tuve una curiosa amistad con Terenci Moix porque le gusté 
como Russ Tamblyn. Es un desastre parecerse a un artista y no ser ese 
artista. 
HM: Pero, ¿quién se acuerda hoy de Russ Tamblyn? 
JMB: Nadie. 
HM: Bueno, pues empecemos. 
JMB: Por mí, lo que queráis. 
HM: Yo tengo muy poco repertorio al respecto. El tema es bien raro: gente del cómic que también se dedica a la música. 
JMB: Nos conocemos lo suficiente como para entrar en una conversación íntima. Dispuestos. 
HM: Empecemos. Todos los presentes coincidís en una dedicación 
paralela en vuestras carreras historietísticas, literarias o 
editoriales, a la música. ¿Para vosotros supone una segunda línea 
creativa tan importante como vuestra profesión primera, una pulsión que 
hubiera podido tener tanta o mayor significación como esa profesión, o 
se ha mantenido siempre como un 
hobby  secundario? 
JMB: Hombre, a mí lo de la pulsión me ha parecido un término 
importante. Yo creo que hemos cruzado ya el umbral de la coexistencia 
entre el álbum de cómic y el soporte musical. O dile otra forma de 
soporte más leve. Pero que posiblemente ambos soportes lleguen a 
coincidir: el álbum junto a la música u otra cosa. El que no crea en 
esto, industrialmente lo tiene mal. Estoy seguro. Es cosa de tiempo. 
 
Beà haciendo de Russ Tamblyn.
 
JN: ¿Hablas de música o de banda sonora? 
JMB: En este caso, de un soporte musical del cómic. Pero no solamente, el cómic puede ir acompañado de un dvd de imagen. 
HM: Pero hablas de interrelación de medios. 
JMB: Interrelación. Posiblemente todos los libros irán acompañados 
por un cd. La forma peyorativa sería decir como ocurre con las revistas:
 el Metropolitan… 
JN: …el National Geographic. 
HM: Recuerdo que la autora de 
Como agua para chocolate hizo eso: publicó una novela acompañada de un cd como banda sonora, por así decirlo. 
JN: Si piensas en un tebeo digital, un tebeo que te descargas de 
Internet, sí que veo lo que Josep Maria dice. Imagínate que se programa 
de una manera que a la velocidad que se descarga, vas oyendo música. 
Pero lo de que un tebeo lleve un cd: pues sí o no. No veo yo por qué 
tiene que estar relacionado. 
JMB: Yo creo que sí. Creo que se da un incentivo comercial, una forma
 de promocionar un objeto de venta. Un cd en este caso puede llevar 
música, una especie de 
making of  del cómic… Es posible que este cd sea muy habitual en el cómic. 
 
Melodrama e la actualidad: de izquierda a derecha: Carles Collazos, Xavi Julià, Joan
Navarro y Toni y Dionís Olivé.
 
HM: Pero estás hablando de cómo fusionar o marquetear medios. Yo 
hablaba más de vuestra pulsión artística personal, independientemente de
 que mezcléis cómic con música: lo interesante de vuestro caso es que la
 música también la habéis realizado vosotros. O sea, lo que me interesa 
es vuestra pulsión como autores de cómic y como músicos a un tiempo. 
JMB: Ahora no quiero monopolizar más y paso la palabra. 
(Risas) Para
 mí la música era una asignatura pendiente. Yo siempre que he dibujado, 
he necesitado, he convivido con la música. Y me faltaba la música. De 
alguna manera, cuando dibujaba pensaba lo bien que iría una composición 
como complemento. No digo que tenga que ser consumido simultáneamente, 
una viñeta coincidiendo con un fragmento musical determinado. Sino que 
es la música que yo hubiera hecho para mi cómic: y al que le guste, 
bien, y al que no… 
JN: Pero eso es una situación excepcional: tú dibujas y además puedes
 componer música. Normalmente, si me apuras, podríamos llegar al 
dibujante que también escribe guiones. En tu caso, te acercas más a 
Leonardo Da Vinci 
(risas ). El guión es tuyo, el dibujo es 
tuyo, y además le imaginas una banda sonora. Para mí, eso es un caso 
excepcional. No es una cosa normal. 
HM: No se suele dar. De ahí nacía mi primera pregunta: para vosotros,
 ¿es la música un área creativa complementaria o en un momento dado 
hubiera podido ser vuestra carrera principal? 
(Silencio sepulcral)
 
El de los comics de Laherzio: Javier rodríguez
atacando un solo.
 
-Antecedentes
JN: Este álbum que hemos publicado y que tú, Migoya, desprecias con total falta de criterio, el 
Lovesongs de Christopher, cada capítulo tiene el título de una canción de los Beatles… 
HM: Qué guay eso, ¿eh? 
JN: …con lo que más o menos puedes intentar imaginar que el título de
 la canción hacer referencia a lo que pasa en el episodio. Es verdad que
 yo, cuando lo leí, lo que me apetecía era ponerme la canción de cada 
historieta, a ver si oyendo la canción, aparte de la broma del título, 
que eso lo hacía ya (la colección) Claro de Luna hacía años con José 
Guardiola y el Dúo Dinámico -luego la historieta no tenia nada que ver 
con las canciones, ¿eh?-… si aquí realmente la música también estaba 
pensada. Porque el autor de 
Lovesongs parece muy fan, igual ha escogido los títulos pensando que sintoniza como una banda. 
JR: ¿Tú te acuerdas de 
La invasión de los Elvis zombis  de Gary Panter, en los 80? Venía con un vinilo que había compuesto él, que era como un rock‘n'roll ruidista. 
HM: Ha habido más casos. El dibujante negro éste… el de 
Why I hate Saturn … 
JR: Kyle Baker. 
HM: Él publicó a principios de los 90 un 
comic-book  que venía con una casete con música para escuchar mientras se leía. 
JN: Y en Francia, Cleet Boris, que montó un grupo. De hecho, ahora es
 músico y no ha vuelto a dibujar nunca más. Escribió un álbum que era 
Cómo triunfar en el mundo del rock o algo así… 
JR: Había uno de Chaland también… 
JN: No, éste. Cleet Boris, que tenía un estilo parecido a Chaland. Su grupo se llama L'Affaire Trio o algo así. 
(L'Affaire Louis Trio, concretamente). 
 
Portada del CD que se regalará con la nueva
edición de "La Esfera Cúbica".
 
-Marcar tu propio ritmo 
HM: Bueno, no me habéis contestado aún a lo otro, pero este desvío 
temático es interesante. ¿Creéis que tiene algo que ver con el cine esa 
necesidad de escuchar una atmósfera musical mientras se lee? 
SERGI PUERTAS: En cine sí que hay más tipos que componen… 
HM: No, me refiero al lenguaje del cine, que es un poco globalizador,
 en el sentido de que te sirve una historia envuelta en una atmósfera 
musical. 
JN: Yo digo sí y no. Por ejemplo, las pocas cosas que he visto en las
 que se ha hecho el experimento de poner banda sonora a los cómics, en 
el sentido de oír a los personajes (se hizo con 
El Capitán Trueno , con 
El Mercenario ,
 con no sé qué más, ¿no?…), me ha parecido siempre horrible: oír una voz
 mientras van filmando la página de tebeos. Cuando dices lo del cine: en
 audio de voz, no funciona; música, sí. 
JR: La putada del cómic es que te marcan el ritmo de lectura. El 
ritmo de lectura lo tienes que marcar tú. La banda sonora tiene que ser 
suficientemente abierta para… 
JN: …Y el ritmo de lectura no es el mismo entre tú y yo. Con lo cual es imposible pensar que el creador puede marcar. 
SP: Para mí la gracia que tienen los textos es ésa: que el ritmo te lo marcas tú. 
HM: ¡Pero a ti te encantan los libros dictados, por ejemplo! Recuerdo que los descubriste y te funcionaban. 
 
Dionís en pleno ensayo.
 
SP: ¿Libros dictados? 
JR: Los 
audio books .
SP: Ah. No me encantan. Lo que pasa es que, bueno, entre la 
alternativa de estar mirando al infinito ahí de pie en el metro y estar 
escuchando un libro que igual me moriré sin leerlo, porque no tengo el 
momento, pues me parece una opción razonable: a medio camino entre 
leerte el libro de verdad, que es lo que mola, y no leértelo. 
JN: Realmente los 
audio books para lo que sirven es para los ciegos. 
HM: Pero en el mundo anglosajón cuenta con un consumo masivo. Aquí 
no. No sé si es un equivalente de lo que hablábamos antes sobre el CD 
como complemento del cómic… 
JR: En Estados Unidos tienen secciones enteras de 
audio books . Pero también te marca el ritmo de lectura hasta cierto punto. 
SP: Como sucedáneo no está mal, pero que no… no es deseable tampoco. 
-Ve al estribillo y no nos aburras 
JN: La cosa es, ¿por qué mantenemos dos profesiones paralelas? La 
primera cuestión es: a lo mejor es casual. Si estuviéramos en una 
editorial de poesía, habría también seis poetas que hacen música. Por 
tanto, simplemente se trata de una estadística proporcional. Pero pienso
 en Beà, y me acuerdo de una de las historias que cuenta él, que nunca 
sabes si son verdad o mentira, pero son siempre muy divertidas: esa 
historia de tu juventud, cuando aseguraste en una actuación, sobre el 
escenario, que con tu solo de guitarra deslumbrarías al público. Y te 
pusiste cristalitos en la guitarra, hiciste que el foco te enfocara y 
deslumbraste al público. 
JMB: Sí. 
HM: ¿Eso ocurrió? 
JMB: Sí, es cierto. Esto ocurrió en el Teatro Calderón, una mañana, 
hacia el 59, donde se hacía una especie de competición entre grupos de 
Barcelona y gente que venía de Madrid: los Sirex, los Mustang, Pekenikes
 y tal. Y yo puse todo de cristalistos… ¡No, espejitos! Lo había visto 
en una película o algo. Mi hermana me ayudó a pegarlos en la guitarra. 
Yo pensaba que aquello sería muy divertido, ¿no? Pero, joder, cuando el 
cañón de luz del anfiteatro me cayó encima, toda la gente… 
(Risas) 
JR: ¡Era 
glam rock diez años antes! 
JMB: Yo estaba en Selecciones Ilustradas, y mi grupo se llamaba Los Dálmatas, y el cantante era Pepe González. 
HM: ¡Freddie Mercury veinte años antes! 
JMB: Tocábamos en recorrido por la Costa Brava en verano. 
HM: Volvemos a la primera cuestión: para vosotros la música, a 
vuestro nivel concreto, ¿fue una opción creativa más poderosa en algún 
momento que el cómic, o la literatura en el caso de Sergi? 
SP: En mi caso, descarado. Yo empecé a tocar la guitarra con 18 años y
 tal, y todos los sueños estos ridículos adolescentes de grandeza que 
puedas tener, todos iban a la música. Y había una disciplina ahí. Empecé
 aparte con el 
heavy metal : Yngwie Malmsteen… 
HM: ¿Cómo? ¿Quién? 
SP: Un guitarra sueco, de estos que agarran unas tendonitis horrorosas… 
JR: …que puso el mástil escalopado. 
HM: Ya me lo deletrearás. 
SP: …un nivel de virtuosismo y una disciplina que me marcaba. Con las
 escalas. Durante mogollón de años todo tiraba para allí, luego empecé a
 escribir. Acabé escribiendo porque a la larga hay que centrarse en 
algo: el diletantismo ése de que tienes muchas ideas y nunca acabas 
haciendo nada… Y ahora, directamente, seis novelas después estoy súper 
hasta los cojones de escribir, prácticamente. Y lo otro sigue siendo 
súper lúdico y súper guay. No sé si respondo a la pregunta, pero… Y con 
Beà nos lo hemos pasado cañón.
JMB: En mi caso, yo había tocado en un grupo desde los 17 hasta los 
20, y con aquello no se podía ganar una peseta. Yo ya era dibujante 
profesional en Selecciones Ilustradas, y me ganaba muy bien la vida en 
aquel momento trabajando para Francia. Y siempre me quedó este gusanillo
 y esta asignatura pendiente de la música. Hasta ahora, que llega la 
posibilidad de hacer algo. Y pienso: ¿por qué esto va a quedar en un 
cajón, guardado, cuando puede difundirse a través de un álbum o por 
Internet? 
 
Laherzio en acción. De izda. a dcha.: Javier Rodríguez, Chuchi Delgado, Fran Martínez y
al fondo Norto Méndez .
 
-La música como liberación 
HM: Hay algo interesante en la música que no posee el cómic y que 
tiene que ver con lo que hacía Beà de ponerse a la entrada de un cine a 
hacer de Russ Tamblyn. Ese aura de mitificación del artista que da la 
música y el cine: la fama. El autor de cómic, siempre detrás de la obra,
 nunca llega a tal exposición pública. ¿Crees que ese deseo de fama, de 
ser una estrella, también podría haber influido en vuestro deseo por ser
 músicos? 
JMB: No lo sé, hasta ese punto de narcisismo… 
SP: Yo creo que no. 
HM: ¿Ni siquiera en la adolescencia? 
SP: En la adolescencia seguramente sí. Pero yo ahora, realmente por 
ejemplo, todo eso de tocar en vivo tampoco es una cosa por la que te 
mueras de ganas, más bien todo lo contrario. El tipo de Coil, un grupo 
friqui experimental y tal, da muy pocos conciertos, y decía que él 
componía, pero no entendía que eso comportara una obligación de ponerse 
delante de la gente y todo eso. Y supongo que a un nivel adolescente, el
 rollito éste sí que funciona. Pero luego… 
JMB: Hombre, indudablemente la respuesta del público es más inmediata
 si estás sobre un escenario que si estás en una mesa de dibujo, solo 
allí, quemándote las pestañas bajo un flexo y sin saber qué va a ocurrir
 con aquello que haces. A lo mejor al cabo del tiempo, de los años o las
 semanas, tienes una respuesta de alguien que te dice por la calle: 
“Oye, me gusta tu cómic”. Pero cuando estás en un escenario, el efecto 
es inmediato. Hay una onda que es maravillosa. 
HM: En el caso de Joan y Javi, vosotros también tuvisteis grupos ya 
de jovencitos. Javi, tú prácticamente te dedicaste antes a la música que
 al cómic. 
 
Sergi Puertas, artista multidisciplinar.
 
JR: Noooo… Ni de coña. Yo de hecho llegué a la música por los cómics,
 en parte. Bueno, yo empecé a dibujar en parte por el método de dibujo 
de Beà. 
JMB: Hostia, con 
La técnica del cómic . 
JR: Sí. Mi padre era muy fan de tus cómics y me compró 
La técnica del cómic  fascículo a fascículo. 
JMB: Muchas gracias, hombre. 
JR: No, no, en serio te lo digo. Fue con lo que empecé a trabajar. Y 
precisamente hablando de los cómics del Metal Hurlant, yo no me 
considero músico, pero yo entré en la música por la fascinación del 
rock'n'roll. De repente ver aquellos cómics franceses con caricaturas de
 Los Ramones o de Blondie… Todo ese misticismo te venía por el papel 
impreso, no había Internet. Con 15 años vendí todos los cómics que tenía
 y compré una guitarra eléctrica, una imitación de una Flying V de éstas
 
(risas) , yo de aquella tocaba rock'n'roll, no hacía 
heavy ni nada, y se metían conmigo todos los colegas por tocar con una guitarra de 
heavies .
 Y yo diciendo: “Pero si es una guitarra de los años 50” . Yo no me 
considero músico tampoco. Yo sé tocar rock'n'roll, rock. Y la sensación 
que me da de liberación… Toda mi vida hice historietas, es la profesión 
que me gustaría hacer hasta que a lo mejor me cambie el chip y diga: “A 
tomar por culo, a otra cosa”. Pero la sensación de liberación que me da 
cuando toco la guitarra eléctrica no la tengo nunca con los cómics, 
porque me exigen mucha más responsabilidad. En cambio, lo otro es una 
liberación: cojo un instrumento y no pienso absolutamente en ningún 
problema. Y no estoy pensando siquiera en el público. En cambio, con el 
cómic sí que tengo esa sensación de vacío y desierto: de estar en casa y
 decir: “Hostia puta…”. Necesitas el 
feed back constantemente, son muchas horas de preproducción… La música es algo mucho más inmediato. 
HM: Pero en tu caso si llegaste a tener primero un nombre como músico
 que como historietista: Kactus Jack ya funcionaba muy bien antes de tu 
profesionalización como autor. 
JR: Sí. Pero date cuenta de una cosa. Antes de empezar en El Víbora, que fue donde me hice profesional, la sensación de 
feed back era
 mucho mayor que después. Porque hacía un fanzine o me autopublicaba y 
era una relación mucho más directa con el público. Era mucho más cercana
 a la música esa sensación, que la posterior de ser pagado por mi 
trabajo. Estás más a pie de obra, porque tienes que vender tu trabajo y 
tiene una conexión mucho más cercana con el rock'n'roll. Yo iba a tocar y
 llevaba los fanzines y mis cómics autopublicados, llevaba el 
Love Gun , y los vendía con los discos del grupo. 
HM: ¿Nunca hubo una supeditación de tu labor historietística respecto de tu música? 
JR: No, no. Hubo una época que pude incluso pagar el alquiler 
tocando. Y ya me pareció la hostia aquello. También toda la vida 
malviví. Pero hubo una época así. Pero yo a nivel profesional, mi 
obsesión desde niño eran los cómics. La música para mí se mantiene en el
 ámbito liberador. En música, soy más chapado a la antigua que lo que 
hacen Beà & Puertas, que lo encuentro vanguardista. Yo todavía estoy
 en el punteo de 
Johnny Be Good , por decirlo de alguna manera. Más rock. 
SP: Si de repente fueras un músico con una difusión a nivel 
internacional y todo el mundo estuviera esperando tu próximo disco con 
presión, y los tebeos los hicieras para echar el rato o porque te molan,
 igual sucedería al revés… 
HM: Pero si alguna vez hubieras explotado como ídolo musical, ¿crees que hubiera prevalecido tu carrera musical? 
JN: De todas maneras, tener la sensación que eres autor de tebeos en 
las precarias condiciones económicas de este país, es muy difícil. El 
Víbora no te pagaba suficiente para vivir bien. Ni vendías fuera. Otra 
cosa es que de repente ganes un pastón: entonces sí te sientes autor de 
tebeos. Como se sintieron Beà y los autores de Selecciones Ilustradas, 
que se ganaban la vida de puta madre. Hace veinte años que la mayoría de
 autores de vuestra generación no se pueden sentir profesionales para 
nada. 
-Un caso aparte 
HM: ¿Y tu caso, Joan? 
JN: Mi caso es muy raro. Primero, yo no dibujo. La diferencia en mi 
caso, por lo tanto, es mucho más extrema. Yo siento placer por los 
tebeos como coleccionista, como aficionado, como editor incluso. Pero es
 un tipo de placer desde el otro lado de la barrera. Por lo tanto, el 
placer que yo experimento tocando, en directo o con amigos, no es 
comparable. No tocando en estudio: en estudio me aburro como una ostra… 
Luego, históricamente, es muy distinto todo: yo siempre había pensado que sería un músico cuyo 
hobby 
 sería los cómics. Estudié la carrera de piano y pensé que entre 
Beethoven y los Beatles no había discusión: los Beatles. Quería ser un 
Beatle. Pasas de la música clásica y te dedicas a tocar pop. Luego, 
encima, yo tuve la suerte de que cuando me dediqué a la música, gané una
 pasta de cojones. Creo que en mi vida he vivido como el año y pico que 
estuve de profesional de la música. De hecho, tenía una novia en París y
 iba a verla cada dos por tres. Entre concierto y concierto me iba a 
París, volvía cargado de tebeos, lo pagaba todo… en Melodrama ganábamos 
una pasta acojonante. Con Sisa, sobre todo. En una campaña de verano 
teníamos 90 bolos por toda España. Y pagaban bien. Por un bolo cobraba 
5.000 pelas, y en mi sueldo anterior, que trabajaba en una escuela, eran
 8.000 al mes. Si tenías cinco bolos a la semana, imagínate. Te podías 
comprar de todo: la época en la que compré más colecciones de tebeos 
antiguos de mi vida. 
Yo, cuando era profesional de la música, hacía fanzines. No es lo 
mismo hacer un fanzine de dibujantes que de teoría de cómics: te 
diviertes mucho, pero no son tus dibujos, yo me divertía recortando y 
pegando y descubriendo historietas antiguas. Pero sí comparto 
absolutamente lo que ha dicho Javier: la época de mi vida en la que yo 
he estado más cerca de mis lectores, digamos, es el fanzine. Claro que 
yo lo vendía personalmente en el Mercado de San Antonio, en las Ramblas,
 en las librerías, o donde fuera. Pero es que si tenías suscriptores, te
 escribías, los conocías a todos, hablabas con ellos, ¿no? Y había una 
relación que luego en la editorial no la tienes. Porque en la editorial 
más que nada te insultan: los lectores te dicen lo que has hecho mal. 
“¿Por qué has puesto esto amarillo si tenía que ser rojo? ¿Por qué tapa 
dura si tenía que ser blanda?”. Y ya no tienes eso. 
De repente, no sabes cómo, cambian las tornas: se acaban los bolos, 
no puedes vivir de la música, y coincide por puta casualidad que empiezo
 a ganarme la vida con los cómics. O sea, yo no lo elegí: fue así. Y 
como no lo elegí, siempre conservé el grupo como segunda opción, que 
estaba allí, vinculado a mí. Sólo he tocado en un grupo y con las mismas
 personas: no puedo imaginarme tocando con otros… Hasta que un día, uno 
ya estaba de funcionario de Correos, otro de funcionario en el Valle 
Hebrón, el otro perdió los riñones por una enfermedad… La vida va 
pasando y de repente aquello desaparece. Porque lo que para mí ya 
hubiera estado bien tenerlo como 
hobby  siempre, porque ya me 
iba bien la vida por otro lado, a los otros les hacía daño. Les hacía 
daño el fracaso, digamos, o no llegar a ningún sitio. Y entonces 
desaparece el grupo. Y en veinte años de no tener prácticamente relación
 con ellos, siempre ha estado en mi cabeza todo. Yo siempre he cantado 
en mi cabeza las canciones de Melodrama, solo en mi coche o en mi casa 
he puesto el casete o el CD… solo, porque las personas de mi entorno 
están hasta los huevos de oír Melodrama… Y de repente, se ha producido 
un milagro, que es que nos hemos vuelto a encontrar, todo el mundo está 
liberado de cualquier mierda cerebral, pero hay una coincidencia entre 
los cinco: nadie ha perdido nunca de vista esto. Todo el mundo se ha 
librado del ansia adolescente de triunfar, pero al final hemos confesado
 que en nuestras vidas siempre ha estado presente Melodrama. No ha sido 
una cosa que se ha roto. Y de hecho nos hemos vuelto a encontrar y ha 
vuelto a salir todo como si hubiésemos dejado de ensayar la semana 
pasada. 
 
Melodrama en Poblenou (se sabe por la excavadora).
 
JR: Hay una cosa curiosa en eso. Hace dos años nos juntamos la banda 
con la que yo tocaba en los 90. Llevábamos diez años sin tocar juntos. 
Fue juntarse y de repente desempeñar los roles que cada uno tenía antes:
 el que mandaba sobre el otro, el que hacía chantaje emocional… 
JN: El líder es el líder, el que se equivoca porque se pone nervioso 
con nosequé es el mismo, todo continúa exactamente igual. No cambia. Lo 
que pasa es que ahora para mí, si tuviera que compararlo con algo, es 
como jugar a fútbol. Sales de tu trabajo, llegas a un sitio con diez 
señores que cada uno es de su padre y de su madre, te desnudas, te pones
 un vestido… este ritual es importante: sentir la bota, el calcetín este
 ridículo hasta aquí, la camiseta que se te ve la barriga, todo el 
rollo… En el momento en que empiezas a jugar, el mundo desaparece. Y tú 
te liberas, incluso dándote una patada con otro o peleándote por una 
tontería… Yo creo que ahora la música para mí es un poco esto. Los cinco
 hemos confesado que somos inmensamente felices tocando. De hecho, 
tocamos los lunes, y yo, que soy un tarambana, no fallo un lunes ni que 
me maten. Y está bien tocar en directo, es la clave del asunto, como 
dice Beà: pero no es imprescindible. Sólo tocar aquí abajo, en el local 
que tenemos en el almacén de Glénat, ya está de puta madre. 
JMB: La comunicación que se establece tocando con un compañero, hay 
momentos gloriosos. Donde todo encaja, qué bien, qué maravilla. 
SP: Totalmente. 
JN: Si cometes el error a veces de grabarlo, luego descubres que no era tan bueno 
(risas) . 
 
Sergi mirando al futuro.
 
-El aplazado éxtasis del historietista 
JMB: Yo me reuní en plan costillada, que es patético, con los 
compañeros de grupo. “Bueno, después de la costillada tocaremos, ¿no?”. Y
 nos ponemos a ensayar, vamos recordando cuatro acordes… Pero llegó un 
momento que era muy bonito, qué cosa. Guau. No me lo ha dado el dibujo 
aquello. La materialización de un cómic es muy lenta, estás solo. No hay
 un momento de éxtasis inmediato. En cambio, tocando, el resultado es 
muy rápido. 
JR: El placer más cercano en cómic al hecho de tocar, no lo obtengo 
tanto en el dibujo como cuando veo el libro acabado. Cuando veo el 
objeto hecho me da mucho más subidón que el hecho de dibujar. 
JN: Es un poco el discurso del original en el cómic. El original en 
el cómic es el libro impreso. Tú lo haces así porque está pensado para 
reducir, para colorear, para reproducir con los errores habituales de la
 industria. 
JMB: De todas maneras, hay algo que no encaja. Yo por ejemplo, quizá,
 venga viciado de una época en la que era muy fácil aprender y 
profesionalizarse como dibujante de cómic. Porque Josep Toutain creó 
casi una factoría atunera, un chaval llegaba allí con un poco de mano y 
en cuatro días podía vivir dibujando. ¿Qué ocurría? Yo recuerdo que con 
18 años, mi padre tuvo que llamar un día a Toutain y preguntarle si de 
verdad me había pagado quince mil pesetas ese mes. 
JN: Yo soy un privilegiado generacionalmente. Yo creo que de todas 
las vinculaciones cómic-pop, en mi caso, mi generación tuvo la fortuna o
 la coincidencia de que fueron dos movimientos que formaron parte, 
finales de los 60 y principios de los 70, de las mismas ideas. La salida
 del nuevo cómic a finales de los 60, desde Eric Losfeld hasta la 
revolución de Pilote, el 
underground y, finalmente, Metal 
Hurlant, todo este movimiento que cambió el mundo del cómic, es el mismo
 que el del pop británico de los Beatles en adelante. Para nosotros, 
estaba todo siempre muy relacionado. Los primeros tebeos 
underground ,
 los de Mariscal y Nazario, se vendían en los conciertos de rock. En mi 
generación siempre ha habido una vinculación real entre cómics y música.
 
JMB: Es una generación más joven. En la mía, te estoy hablando de mí 
como aficionado a la música yendo a ver actuar a Bill Haley a Barcelona,
 ¿eh? Y en el Price a los Shadows. La música rock aquí no tenía sentido.
 Toutain traía discos de Inglaterra, porque trabajábamos para la IPC , 
Fleetwood y tal, conocíamos el ambiente inglés… pero cuando quisimos 
dedicarnos en serio, era imposible ganar una peseta como músicos. Estaba
 desfasadísimo. Lo que había en cabarets y clubs eran cuatro músicos 
viejos. Salíamos nosotros, pero no nos pagaban nada. Acabamos tocando en
 hospitales. Era patético, ¿no? En hospitales, en el frenopático, en 
aquella cosa de fenómenos… 
HM: ¿Fenómenos? 
JMB: Sí, fenómenos… 
SP: El Cotolengo. 
JMB: El Cotolengo. 
HM: ¿Qué es eso? 
SP: Es un sitio mítico donde hay seres con deformidades. 
JMB: Sí, sí. 
JR: ¿Pero eso existió de verdad? 
SP: Yo también lo tenía como una leyenda urbana hasta que me lo explicó. 
 
Carles en su salsa.
 
JMB: Como no había una estructura química importante para hacer 
analíticas prenatales, nacían fenómenos. Fenómenos. Y yo había visto 
fenómenos, sobre todo por la noche. Sacaban a pasear al fenómeno por la 
noche, que era un niño con capucha. 
(Risas)  Cosas muy raras. 
El fenómeno de Sants era un niño con una capucha en plan el Hombre 
Elefante, que tiraba sifones desde un balcón. Porque su padre fabricaba 
sifones. Este niño, se escapaba y cogía unos cuantos sifones y los 
tiraba a la calle, hasta que salía una chacha y lo metía de nuevo, pero 
abajo se había congregado mucha gente. Había fenómenos. Ahora se 
detectan por la amniocentesis, se descubre que un niño puede estar 
malformado. Antes no: nacían fenómenos y los llevaban al Cotolengo, una 
institución de monjas que se ocupaban de cuidarlos. Nuestro agente 
musical nos llevaba a tocar al Cotolengo. 
HM: ¿Pero os pagaban? 
JMB: No, no nos pagaban nada. Y claro, yo, cuando tocábamos allí, yo 
que me ganaba tan bien la vida con el cómic, pensaba: “La música me está
 llevando a un precipicio terrible. Seguro que Elvis Presley no ha 
pasado por esto. Estamos equivocándonos. Vamos por muy mal camino”. 
Decía todo esto porque yo la música la relacionaba con algo con lo que 
no podía ganar un duro, mientras que con el cómic me ganaba la vida. Hay
 algo ahí que quizá se vició: todo aquello que no me da dinero, me 
cuesta hacerlo. Soy así de franco. Yo, ceder un cómic, guardarlo en un 
cajón o hacer un cómic que sé que no se va a publicar, o tal y cual… a 
mí ya no me sale muy bien. Siempre me han salido bien las cosas cuando 
hay alguien que me dice: “Oye, te pagaré muy bien por esto. Adelante, 
confío en ti”. 
JR: Un incentivo, ¿no? 
HM: ¿Cuándo se acabaron las vacas gordas del cómic? 
JMB: En el 85. Hubo una crisis mundial, un poco parecida a ahora, el 
petróleo y tal. Yo había salido como editor de la revista Rambla, y 
constituí una empresa que se llamaba Intermagen, pero en aquel momento 
ya empezó a caer todo. Subió el precio del papel, los distribuidores no 
ganaban… cayeron todas las revistas. Fue una debacle. Iba un poco por lo
 de la música: toda mi vida he trabajado siempre pensando que aquello me
 va a generar beneficio. Es triste decir esto, ¿no? Me acostumbré a 
ello. 
HM: En eso consiste la profesionalización. 
JMB: Exactamente. Entonces, hostia, yo hacer música, decir que dejo 
el cómic porque a mí me gustaba más la música… pero con la música no 
ganaba un duro. No podía hacerlo. 
HM: ¿Pero te gustaba más la música' 
JMB: Sí, sí, es que yo me lo pasaba mejor con la música que dibujando
 cómic. Lo que pasa es que con el cómic cogí una buena época y gané 
bastante dinero. En cambio, con la música no hubo manera. Y ahora, hay 
la posibilidad de hacer un trabajo en un CD. Joan me propone ponerlo en 
un álbum. Llamo a Sergi, que me encanta lo que hace, y nos ponemos a 
componer. Pero ya sabiendo que aquello no sería una cosa que se perdería
 en el limbo. Sabíamos que aquello, aunque el tiraje no fuera elevado, 
saldrá al exterior, se puede consumir, llegará a alguien. 
HM: Cerrando esa vertiente del tema, y aunque sea estúpido hacer 
cábalas… Si la música hubiera explotado como un triunfo personal, ¿igual
 no estaríais en el cómic ahora? 
JMB: Perdona, eso es una ucronía. Yo qué sé, tú. 
SP: Yo veo lo que decía antes del caso inverso en mí, clarísimo: 
estaría hasta los cojones de la música, y pensaría que lo que me gusta 
de verdad era escribir. 
HM: La música se hubiera convertido en la obligación y el cómic en el hobby. 
JMB: Con el cómic ya no había problemas, la cosa iba a más. Pero con la música no había futuro… 
HM: Viviste el caso contrario al que han vivido todos de treinta años para acá. 
JMB: Exacto. 
SP: Bueno, según. Porque por ejemplo, Jaime Martín, que su hermano es
 músico, siempre dice que el tebeo es un infierno, pero que la música es
 mucho peor. Es el típico tío que lleva veinte años en diferentes 
grupos. 
 
Chuchi en escena.
 
-Autores en todo 
JR: Dentro de la música hay una historia interesante también. Yo soy 
muy músico de grupo, a mí me cuesta estar en casa haciendo escalas. A mí
 me gusta sonar con banda. Encajar la guitarra, disfrutar cómo entra la 
batería… Pero igual hay el músico que se prepara como músico, que mañana
 toca con su grupo de amigos del barrio o es bajista de Bebe o se va a 
tocar con Estopa. Yo eso no lo he vivido nunca, no soy músico: hago lo 
que sé hacer, con un solo grupo, ensayando la puta su madre para sacar 
canciones y tal, pero no tengo esa cultura de músico que hace lo que le 
pidan. Pero en cómic te puede pasar igual: hay cosas que hacen amigos 
míos ahora para Estados Unidos que yo no sé hacer. Yo no sabría ponerme a
 entintar a Fulano o a Mengano. Yo mismo hago trabajos de coloreado 
alimenticios, y puedo colorear a Marcos Martín o a amigos, pero las 
veces que tuve que colorear en plan industrial, me cuesta un cojón. 
HM: Siempre habéis mantenido una cierta autoría sobre lo que hacéis 
creativamente, quieres decir. O sea, que aunque la difusión fuera 
mínima, preferís tener control sobre lo que queréis hacer, en cómic y 
música. 
SP: Claro, claro. Ser músico de Estopa y tal, eso es un infierno. 
Nadie quiere acabar ahí. Es una cosa que tiene el rollo música, sobre 
todo en pop-rock, que es que el mejor músico no siempre triunfa. Triunfa
 el que no se sabe por qué muy bien tiene un algo inaprensible. Yo 
conocí un guitarrista increíble de estudio, que tocaba lo que sea, pero 
no era capaz de crear lo mismo que un chaval de Estados Unidos que rasca
 la guitarra, porque la toca técnicamente fatal, pero lo escuchas y se 
te caen los cojones al suelo… y el músico de estudio “toca bien”, pero 
eso no llega a nada. 
JR: Como actividades creativas, en las dos el ego es muy importante. 
Pero tanto en cómic como en la música, encuentras aquel que lleva el ego
 por la obra, o el que lo lleva por la técnica: conseguir mayor pericia 
técnica. En cómic ocurre con el dominio de la anatomía o las 
perspectivas, cuando la verdadera pericia está en inventarse uno el 
Capitán América. Y yo me acerqué a la música y al cómic así: yo lo que 
quiero no es dibujar a Spiderman, a mí lo que me hubiera gustado es 
haber inventado a Spiderman. Con la música me pasa igual. 
-Almas gemelas 
HM: Sergi, ¿por qué nunca te ha dado por guionizar cómics? 
SP: Porque yo creo que se me da mal. La idea ya la tengo en 
abstracto. Escribiendo me apaño. Pero crear unas tramas cerradas donde 
todo funcione de puta madre… En un tebeo todo es absolutamente visual y 
hay que respetar el concepto de que cuanto menos texto, mejor. Y yo creo
 que mis cosas funcionan por verborrea. A mí hacer una historia con muy 
poco texto y que tenga una carga emotiva como se supone en toda obra, 
hostia, me cuesta mucho concebirla. Todo lo que me sale es verbal. Me 
cuesta mucho pensar en términos visuales. No creo que tenga, de momento,
 capacidad de síntesis. Pero a la larga algo se intentará. 
JMB: A favor de Sergi, he de decir que es muy modesto al decir que 
escribe más o menos… Escribe MUY bien. Y en el sentido de nuestra 
colaboración, yo lo busqué porque necesitaba estar cerca de gente muy 
joven. Me daba miedo quedarme anclado, fosilizado. Oí su música 
experimental y me encantó. Lo busqué yo. Y ahora hacemos música juntos. 
SP: Me contó la idea que tenía de hacer una banda sonora para 
La esfera cúbica .
 Fuimos hablando. Se había enterado de que con un ordenata podía uno 
hacer música solo. Y quería que yo le aconsejara. Pasó el tiempo y, ya 
con el ordenata, me envía el mp3 de una cosa que había grabado. Y yo 
pensaba: “A ver qué ha hecho este señor”. Porque claro, a mí con los 
años, así en frío, cada vez me cuesta más aprender cosas. Pues estaba de
 puta madre. ¡Qué fiera el tío! Hacía un mes que tiene el equipo, no 
controlaba nada de música electrónica, y le salió una pasada. 
 
Muchos son los llamados. Empezando por la izquierda: Oly, Pau Olivé (componente
de Splac), Joan, Dionís, Sisa, Pau Olivé (agachado, Splac), IaClua, Toni y Pep Sala.
 
JMB: Hemos pasado un año fantástico. 
SP: Pasábamos meses sin mandarnos nada, y entonces uno enviaba una 
base musical, estábamos una semana frenética sin parar, sin dormir, y 
luego otra vez a la inactividad… 
JMB: Y hacíamos cosas como lo de Sergi de irse a Marruecos y grabar cánticos en la calle. 
SP: Con la cámara digital de mi novia. Está toda la ciudad llena de 
torres y varias voces hacen los cánticos de llamadas a la mezquita. El 
efecto es Dolby 5.1, especialmente si vas fumado. Y claro, era el rollo 
“Tía, esto lo vamos a grabar y voy a hacer un tema para el disco de 
Beà”. 
JMB: Me mandaba eso y yo pensaba: “Esto para un tema que se titula 
Himno nacionalista Crwot .
 Quedó de coña. Nos salieron cosas muy divertidas. Y lo he pasado tan 
bien. Hacía años que con el cómic ya no sentía esta ilusión, tan 
reiterativo todo. De repente, te encuentras con una persona con tus 
mismos gustos. ¡Parece que seamos almas gemelas! 
SP: Nos llevamos bien. 
JMB: Aparte, toca muy bien la guitarra. Fue muy generoso, porque me 
regaló su primera guitarra. Lo primero que hice fue levantarle la tapa 
de la Strato … 
SP: Una Strato, pero como la Flying de Javier. 
JMB: Es una Hondo… 
JR: Pues una Hondo es una buena Strato, ¿eh? Era el rollo de los 80: era una guitarra barata, pero estaba muy bien construida. 
JMB: Tiene un buen mástil. Saqué la placa con las pastillas y le 
pegué con celo un bigote de mi gata Sheena, que se me había muerto. Se 
llamaba Sheena por 
Sheena is a punk rocker  de Los Ramones. Con
 Sergi ha surgido una amistad en la que hemos encontrado una sintonía 
maravillosa. A mí me encantaría seguir haciendo cosas con él. 
SP: Haremos más cosas… más raras. 
JMB: Eso también nos ha dado experiencia. Yo he aprendido a manejar 
secuenciadotes electrónicos y tenemos proyectos, no vamos a dejarlo 
ahora, sería una lástima. 
SP: Para mí es un privilegio total. Ser fan toda la vida de Beà, toda
 la infancia y juventud flipando con sus tebeos. Conocerle ha sido una 
fantasía de película americana. 
 
Beà rocanroleando en sus años mozos.
 
HM: Vas a acabar creyendo en la finalidad.
SP: No. En realidad, no. Pero como casualidad no está mal.
HM: Josep Maria, ¿qué va a encontrar la gente en vuestro CD, cuando compre 
La esfera cúbica ? 
JMB: Yo creo que lo que hemos hecho no es para disparar aplausos o 
para que la gente se rinda de emoción. Es algo que hemos hecho sin 
ninguna cortapisa, libremente. 
JN: ¿El editor no os ha puesto condiciones? ¡Será pusilánime el editor! 
JMB: Sí, es verdad. No esperamos… 
JN: Yo sí sé lo que espero: ¡que no nos roben el disco, que no lo arranquen! HM: ¿Hay que escuchar ese CD leyendo el cómic? 
JMB: Yo creo que no. 
SP: Se lo pueden robar, no hay problema 
(risas) . 
-Coherencia en las incoherencias 
HM: Ahora una pregunta absurda pero tentadora, como todos los 
espejismos: ¿veis algún paralelismo entre los estilos musicales que os 
gusta desarrollar y vuestros estilos historietísticos? ¿Alguna 
coherencia con vuestra personalidad en vuestra carrera artística 
principal? 
SP: En mi caso, para nada, ¿no? Yo creo además que... Vonnegut decía 
que le llevó tiempo darse cuenta, pero que todos los sueños que tenía de
 aplicar en literatura lo que le gustaba de la pintura abstracta y de 
hacer algo genial y caótico y renovador y tal… como que no. Y eso que se
 trata de un tío que es muy autor, pero a su manera también muy 
tradicional. Las historias, no se sabe muy bien por qué, tienen una 
serie de estructuras que, si no se siguen, no funcionan. Qué le vamos a 
hacer. Lo asumió. Y yo también pienso así. 
HM: Pero la música también está formada de estructuras. 
SP: No. Yo creo que la música puede funcionar sin estructuras. De toda la vida -bueno, cuando me quité del 
heavy -,
 me ha gustado la música súper rara, súper experimental y tal, y entras 
en un ámbito que no te puedes acabar como creador ni como fan. Crees que
 no se puede hacer más, y una vez cada año y medio descubres algo que se
 está haciendo: algo rarísimo y que funciona que lo flipas. Y en 
literatura creo que, obviamente, está la mano del autor, el estilo, 
etc., pero siguiendo unos patrones que no te los puedes saltar. 
HM: Yo no estoy de acuerdo. 
SP: Y creo que hay un ámbito de maniobra amplio a la hora de contar 
historias. Pero con música puedes jugar directamente con el caos. 
También ten en cuenta que la música que me gusta y de la que te hablo es
 para cuatro tarados. 
HM: A lo mejor aplicas a la música, creativamente, un criterio diferente al que aplicas a la literatura. 
SP: No sólo la mía. El panorama de la música que me gusta es minoritario. 
HM: Pero seguro que en literatura también hay cosas rarísimas que a ti no te llaman. 
 
Laherzio en su concierto de debut.
 
JR: A mí sí me pilla el rollo de la proyección. Igual que en las 
relaciones personales. Te proyectas mucho en los demás, rellenas tú 
muchos huecos emocionales de aquello que consumes y que te pone. Con 
música y cómics me pasa igual. Es increíble lo que yo rellenaba de crío 
leyendo 
Historias de taberna galáctica , las cosas que no entendía de los adultos y que yo imaginaba a mi manera. Y con la música igual. 
Ahora estilísticamente unifican como cómics clásicos títulos de los 
60 que en la época jamás se les hubiera ocurrido emparejar, como juntar 
Sió con Giménez. ¿A quién se le ocurría en su día juntar a Cream con los
 Rolling Stones? Y hoy día ves un anuncio en la tele recopilando los dos
 en un CD. En la adolescencia, uno también unifica proyectándose, le 
encuentra nexos a cosas que no los tienen. 
HM: ¿Encuentras correlación entre tu música y tus cómics? 
JR: Puede ser. Pero es que incluso en la música que me gusta, a veces
 sólo quiero simpleza e inmediatez, y otras veces cosas más barrocas. Y 
en cómic me pasa igual. Ya sólo leo lo que me apetece. Y de repente leo 
cosas que hace dos años no me lo hubiera puesto delante. ¿Por qué no? 
Hay que dejar de negarse, dejarse llevar si te pone. 
JMB: Estoy de acuerdo con él. 
SP: Sí, totalmente. Además, cuando llevas tiempo escuchando música 
rara, igual te pones un disco con canciones punkies de tres minutos y 
eso, que lo tenías aborrecido, ahora te vuelve a molar y te parece 
fresquísimo. Y luego te da por otra cosa. Y eso es sano. 
JMB: Nosotros hemos recuperado todo lo que era 
twang , que era la gente guitarrista que parte de Duane Eddy. 
JR: Yo soy de Stratocaster con 
twang . Es lo que me gusta escuchar de guitarra. 
JMB: Exactamente. Y de repente estuvimos un mes que Sergi me pasaba 
todo tipo de grabaciones de mp3 de esa época, gente a la que llamábamos 
los twangueros, que había la tira. Son compartimentos que tienen un 
valor muy determinante. 
HM: ¿Y ves un hilo conductor entre tu carrera artística principal, entre tu enfoque de los cómics y tu enfoque de la música? 
JMB: Yo, como he dicho al principio, siempre, cuando estaba leyendo 
un cómic, he tenido un disco cerca, o una música me recordaba algo de la
 obra. Pero claro, no es lo mismo sonorizar a Hal Foster que a Hugo 
Pratt o al tío que me pasó Sergi el otro día, que me encantó. 
SP: Thomas Ott. 
HM: ¿Y con respecto a tu obra? 
JMB: Creo que hay una relación, un tipo de música específica. 
SP: Una música demencial, ¿no? 
(Risas) 
JMB: Claro, porque ya de por sí la obra, en concreto 
La esfera cúbica , es demencial. 
SP: Maravillosa y con mil ideas por metro cuadrado. 
HM: En cierto sentido, es muy Vonnegut también. 
SP: Hay humor y hay mal rollo. 
JR: Tiene aristas por todos lados. 
JMB: Pasé una época muy jodida y en el cómic pude reflejar por un 
lado la ansiedad y por otro el sarcasmo. Aquello precisaba una música 
como la que hemos intentado hacer, sin patrones conservadores ni 
convencionales. Teníamos que transgredir un poco. ¿Qué álbum me queda? 
“Siete vidas”. Tiene un punto biográfico y es más romántico, un poco 
onírico… me recuerda más la música de Nino Rota. Más orquestal. 
JR: Toque 
Novecento y tal. 
JMB: Exactamente. Pero no le pondría la música de 
La esfera cúbica , no le pegaría para nada.
HM: ¿Pero veis una coherencia entre vuestra creatividad historietística y musical?
JR: Yo sí. Pero es proyección. Me da pudor concretarlo.
 
Toni en el ensayo.
 
HM: Tú de hecho introduces la música en tus historietas como contenido. 
JR: Tampoco en todas. Por hablar de lo que me afecta en ese momento también, claro. 
JMB: A mí me hubiera encantado que a los 17 años me hubiera podido 
comprar un cómic y que llevara un CD de los Shadows. No es que se 
hubiera complementado, pero poder tener dos cosas a la vez, que yo 
deseaba… ¿Qué me gustaba de la música y del cómic en aquel momento? Los 
Shadows y Frank Robbins. Joder, un libro de Robbins con un CD de los 
Shadows, quedo más contento… 
HM: ¿Y crees que combinarían juntos? 
JMB: Haré un ejercicio de regresión al 59. ¿Qué suponían para mí 
ambos? Hombre, pues mira, se parecían mucho. Y me baso en que ambos me 
gustaban mucho. Y si me gustaban mucho, para qué establecer diferencias.
 
-Al son de su propia flauta 
HM: Hablemos de vuestros proyectos concretos. Joan: con Melodrama 
dices que habéis retomado el grupo en el mismo punto donde lo habíais 
dejado. 
JN: En concreto, hemos hecho canciones nuevas, que como ahora hay una
 relación más libre entre nosotros, sorprendentemente quedan mejor que 
antes, que entrenábamos más, cosa que no entiendo muy bien el porqué. La
 idea es grabarlas sin ningún objetivo, simplemente para tenerlas bien, 
para que yo pueda seguir escuchándolas en el coche otros veinte años. 
Esto es lo inmediato. Lo que más nos jode es el concierto del viernes en
 Razzmatazz. Porque en teoría nos habíamos reunificado para hacer el 
concierto. Pero no queremos hacerlo, porque una vez lo hayamos hecho, 
¿qué? Teóricamente ya no tenemos que seguir ensayando. Casi mejor que no
 se hiciera el concierto hasta dentro de un año, para poder seguir 
ensayando. Ya lo hemos hablado: ¿qué pasará después del concierto? Pues 
seguiremos viéndonos los lunes para tocar y pasarlo bien. Yo tengo un 
gran plan: tal como está la Seguridad Social y el Estado, estamos 
abocados al Inserso y los viajes. Yo he pensado que si Melodrama, que 
tenemos la misma edad, viajamos con el Inserso a Benidorm, a Marbella, y
 a estos sitios maravillosos, pero nosotros somos los que tocamos en los
 hoteles… pocos grupos de pop se dirigen a la 3ª edad y tenemos un 
público cautivo, porque los de nuestra generación y los mayores no saben
 bajarse cosas del e-mule, con lo cual son los únicos que seguirán 
comprando discos. Eso nos hace creer que en quince años podemos estar 
números uno de la lista de ventas de la FNAC. La juventud estará 
bajándose cosas por el ordenador, pero entre la 3ª edad arrasaremos. 
Éste es nuestro plan. 
HM: Javi, en tu caso, has sido muy minucioso a la hora de encontrar un nuevo grupo. ¿Qué significa para ti Laherzio? 
JR: Es un poco lo mismo de siempre. Yo no disfruto tocando por tocar,
 no soy intérprete nada más. Me gusta el concepto grupo y que haya un 
sonido, una coherencia. 
HM: ¿A qué suena Laherzio? 
 
Beà y rubia en glorioso blanco y negro.
 
JR: Es muy curioso. Siempre fui muy fan del rock'n'roll, pero me 
costaba horrores, por un tema técnico, el meterme a hacer cosas. Vienes 
después de los grandes virtuosos del 
heavy , pero tocar como 
Scotty Moore o como Duane Eddy es muy difícil. Ese sonido le puede 
parecer a la gente arcaico, pero ponte tú a hacer los punteos ésos de 
Moore con Elvis Presley. Era una técnica muy complicada y un sonido muy 
difícil de conseguir hoy en día. Y de repente me encontré con la 
guitarra desnudo y me encantó. Estaba acostumbrado a la cejilla y a la 
distorsión, quinta p'arriba y quinta p'abajo, y de repente empezar a 
notar la cuerda, el punteo que no sea a velocidad, sino de ambiente. Y 
la relación de la guitarra con el amplificador, que me encanta ese 
sonido. En los 80 se decidió quitarles a las guitarras el ruido, y a mí 
en cambio me parece parte del instrumento. 
Y encontré un batería que estaba en lo mismo en la batería: con ganas
 de volver a grabar con dos micros de ambiente, y no grabar cada timbal 
por separado. Esa relación más física con los instrumentos. Y ahí 
estamos. Ninguno de nosotros habíamos hecho antes el sonido que hacemos.
 Es como en los cómics: yo leo a Corben y me flipa, pero no tengo ganas 
de hacer cómics como Corben. No tengo el punto éste de ser el califa en 
lugar del califa. Y con la música igual: escucho mucha, pero me gusta 
hacer algo muy concreto. El batería y yo nos descubrimos haciendo ritmos
 de cumbia y de reggaeton. Y ni escuchábamos ni hacíamos nunca esa 
música, temas latinos en patrones rítmicos. O balcánicos. Y como no 
tenemos pericia para tocar esos ritmos, precisamente por eso salen cosas
 súper interesantes. Salgo del del 4 x 4, o del 3 x 4, y a ver qué pasa 
con un 5 x 6. Me cuesta, tengo que luchar por ello, y salen cosas 
interesantes. 
JN: Hay una solución, que es ir hacia la ortopedia. A nosotros no nos
 sale para nada, tampoco, cualquier ritmo afrocubano, digamos. En 
cambio, si vas a aplicar cierta deconstrucción ortopédica, consigues una
 cosa a veces medio interesante. Pero que no te lleva a ninguna parte. 
Porque no hay como un cubano tocando. 
JR: Ahí no hay cojones. 
JMB: El instrumento es el cubano. 
HM: ¿Laherzio es también un desahogo creativo? 
JR: El tema es el siguiente: yo estoy diez horas dibujando al día. 
Digo: hostia, piro a ensayar y no pienso en dibujar ni en entregar. 
Ahora ensayo dos, tres días a la semana. Estamos a muerte. Grabamos un 
disco ahora este verano. La idea nuestra es quemarlo. En vez de moho, 
gastar. ¿Que dura un año? Pues un año. 
JN: Grabar es un coñazo, pero es una disciplina. Te tienes que 
enfrentar a ti mismo y a tus carencias. Ahora grabar es una mariconada, 
llevas a tocar a uno que toque mal y hacen que toque bien, tiran para 
atrás y lo arreglan. 
-El mayor regalo 
HM: ¿Qué significación tiene el concierto en Razzmatazz para Melodrama y Laherzio? 
 
Joan y Pau en la grabación del disco de Splac.
 
JN: Para Melodrama será una fiesta. Y sobre todo que todos los amigos
 y la gente que tuvo una relación personal o musical con nosotros, lo 
verán. Al principio, la obsesión era no hacer el ridículo. Yo el 
primero. Mi hija había oído los discos pero no me había visto nunca. El 
día que tocamos en la sala Monasterio, los once hijos que tenemos entre 
todos estaban allí. Y superamos esa prueba. Si hemos superado la prueba 
de los hijos, ya nada nos da miedo. Y, por supuesto, queremos que la 
gente se lo pase bien. 
JR: Nosotros es el tercer concierto que damos. Estuvimos muchísimo 
tiempo buscando cantante, pero no encontramos a nadie, así que cantamos 
nosotros. Somos malos cantantes. Pero eso también tiene su encanto. 
HM: ¿No tenéis un líder? 
JR: No. 
JN: Nosotros sí, ¿eh? El Dionís. Descarado. Y aceptado por todo el 
mundo sin discusión. Para todos nosotros es un genio. Cantante y 
compositor. Tenemos la suerte de tocar con alguien a quien consideramos 
como a Paul McCartney. 
JMB: Sergi para mí ha sido un regalo. 
JN: Esta palabra me parece a mí estupenda. Para mí, Melodrama también
 ha sido eso este año: un regalo. Y sobre todo para los que somos más 
grandes. Ya no te lo esperas. 
JMB: Después de la experiencia tan buena que he tenido con Sergi, 
cualquier proyecto que esté incubando… por ejemplo, tengo uno que es la 
construcción de artefactos electroacústicos de absoluta inutilidad, y 
pienso en él. 
JN: Por lo de la inutilidad. 
(Risas) 
JMB: ¡Qué malo eres! Eres terrible, ¿eh? 
HM: ¿Te ves tocando en un próximo concierto con Melodrama y Laherzio? 
JMB: Hombre, si fuera necesario… 
SP: En un momento dado… 
JMB: Yo ya le he perdido el respeto. 
JN: Yo he pensado que cada año en el Salón del Cómic, Glénat debería 
ofrecer una fiesta rock, un concierto. Un año Puertas & Beà; otro 
año mi distribuidor en SD, que también tiene un grupo; etc. ¿Por qué no?
 
JMB: Yo me veo maquillado duro. Como el Keith Richards. Rímel negro. 
Los labios también. Estaría quince días, perdería unos kilos. Siempre he
 dicho que una persona alta tiene una gran suerte: siempre puede 
desmesurarse estéticamente. Una persona baja tiende un poco al ridículo:
 como Prince, que se apayasa un poco. Pero un tío alto como Sergi, si 
sale con un abrigo de piel hasta los pies, con unas gafas negras, 
estaría ahí acojonante. 
(Risas)  Yo me apuntaría, sí, a una cosa de éstas. 
SP: Pero habría que preparar algo especial. A mí me gusta la música 
electrónica, pero la música electrónica en directo es la cosa más 
horrorosa del mundo. Es aburridísimo ver a un tío detrás de un portátil.
 Haríamos algo especial, en directo de verdad. 
JN: Oye, por cierto, esto sí hay que decirlo: este concierto del 
viernes es en el Razzmatazz, y nosotros inauguramos Razzmatazz, cuando 
se llamaba Zeleste, en una Fiesta del Cómic. El primer concierto en la 
sala grande que se hizo en el Razzmatazz fue del grupo Los Viñetas, 
donde Josep Maria Berenguer, responsable de Ediciones La Cúpula , cantó 
“Gangrenado de amor chupo tu joya”, con las Viborettes. Y Beà tocó la 
guitarra, yo el teclado, dos de Melodrama tocaban guitarra y bajo, 
Jerónimo la batería. Y con Beà tocamos “Apache”, siempre nos obligaba a 
tocar “Apache”. Manda cojones. Habíamos ensayado un día y no nos salía 
nada. Yo hubo un momento que con los teclados le puse la distorsión 
total, y tenía una ruedecilla y le daba. Cada uno parecía que tocaba una
 canción diferente. 
JMB: Fue espantoso aquello. 
JN: Pero el público quedó encantado.
Enlaces de los grupos:
Melodrama: http://www.melodrama-poprock.com/
Laherzio: http://www.myspace.com/laherzio 
Beà&Puertas: http://www.myspace.com/josepmarabesergipuertas